RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

sábado, 14 de abril de 2018

EL ZOCO del Puerto de la Cruz



En la hoy tan conocida plaza de Europa del Puerto de la Cruz y donde se ubica desde hace ya muchos años su Ayuntamiento, existió un emblemático y tradicional mercadillo marroquí que por aquel entonces, en ausencia de atracciones del estilo del Loro Parque o el lago de Martianez, etc., tuvo un protagonismo de especial interés para el turismo de los años 60-70 y que por su carácter exótico de zoco árabe en suelo español era visitado a diario por cientos de extranjeros. El Ayuntamiento de entonces había puesto a disposición de los comerciantes marroquíes interesados un solo modelo de puesto de venta de iguales dimensiones así como un horario común para todos ellos. 

Resultaba casi del todo imposible salir de allí sin poder evitar haber comprado algo útil; tal era la habilidad del vendedor marroquí para asegurar la venta, como mínimo, a su primer cliente interesado en alguno de sus variados artículos. Estos distintos productos iban desde el precioso puff de colores para tomar asiento hasta pequeños caimanes disecados con la boca abierta, pasando por chilabas de todo tipo, bolsos, cinturones, alfombras, bandejas metálicas, dagas en su funda, babuchas, etc., etc.

Aparte del colorido que ya de por sí estimulaba los sentidos, el intenso olor a cuero repujado que despedía el zoco era una de sus especiales características que además confirmaba la procedencia norteafricana de sus exóticos productos. 

Con la publicación de estas fotos deseo confirmar, entre otras cosas, lo muy difícil que resultaba escapar de aquel  concurrido lugar sin conseguir comprar nada que no pudiera, con su presión psicológica y  en ocasiones física, venderte el interesado marroquí.

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