RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

domingo, 24 de septiembre de 2017

¡LIBERTAD! (divino tesoro)

Dentro de la campaña orquestada por los distintos dirigentes de los partidos independentistas catalanes en favor al derecho a votar en el anunciado referéndum del próximo 1º de Octubre, me ha chocado en especial una invitación expresa e impresa sobre unos vistosos pasquines pegados en las paredes de los pueblos del interior de Cataluña en los que se puede leer lo siguiente: ¡VOTEMOS PARA SER LIBRES!

Tal afirmación me parece, cuanto menos, una enorme paradoja. Que ser libre dependa de una papeleta que me ate de nuevo y sin garantía alguna a un gobierno determinado, por muy republicano que éste sea y al que deba, en aras de una supuesta democracia, un sueño que he venido persiguiendo desde mi lejana juventud, lo considero una vergüenza. Un sueño que jamás he visto ni verán cumplido mis ojos durante los años que me restan de vida porque el concepto y grado de libertad del que pueda presumir un individuo, en mi modesta opinión, sólo depende de sí mismo y no de la voluntad de ningún otro. La libertad no se concede; se alcanza.

En cualquier caso, sentirse libre es considerado también un estado mental, espiritual si se quiere, cuyos límites habrían de encontrarse únicamente en la frontera de la razón; razón que, -por otra parte y en mi caso particular-, fue condicionada coercitivamente por una nefasta educación judeo cristiana impuesta en su día merced a una férrea dictadura y en connivencia con los postulados más rancios de nuestra santa madre iglesia a través de los llamados diez mandamientos y ciertos dogmas de fe preconizados por sus sesudos teólogos que yo nunca acabé de entender.

Despojado con el tiempo de aquella  castradora dictadura y de la obediencia ciega (que nunca llegué a tener) a los dogmas de la iglesia, sólo restaba, en aras de mi propia libertad, alejarme ya de las fronteras establecidas, de las banderas flameando en las astas de los estados y prepararme para aquello de lo que nunca he llegado a disfrutar del todo: ¡LIBERTAD! Esta es la única razón por la que con mucho ahinco continúo persiguiéndola.

La ocupación de la Universidad de Barcelona por parte de tantos miles de estudiantes jóvenes ha puesto de manifiesto sus inquietudes, sus verdaderas intenciones de formar parte de un nuevo país del que se sienten fervientes herederos. Sin embargo, espero de los muchos de ellos que hayan cursado estudios de filosofía entiendan que los ideólogos de esos atractivos pasquines impresos que tanto me han llamado la atención sólo tratan de vendernos a precio de aparente saldo el bien más preciado al que un ser humano pueda aspirar gratuitamente y al que todos y cada uno de nosotros debemos tener derecho a cambio de nada: ¡LIBERTAD!

Muchos otros, ideólogos también, a fin de obtener similares resultados, -como ocurriera recientemente en Las Ramblas-, no han dudado en recurrir de igual modo a los miles de jóvenes creyentes, garantizándoles, -en la mayoría de los casos-, alcanzar la Gloria a cambio de su leal contribución a la causa, sin ni siquiera sospechar éstos que con su propia muerte habrían comprado  el Paraíso por fin soñado desde siempre.

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