RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

martes, 13 de junio de 2017

Reflexión parcial sobre CATALUNYA

Seguramente, muchos de ustedes, -después de tanto tiempo asomándose cada día al apartado de OPINIÓN de este singular periódico-, se habrán preguntado en más de una ocasión cómo es posible que todavía hoy no me haya pronunciado en favor o en contra del contencioso abierto entre Cataluña y el Estado en referencia a la interpretación que cada una de las partes implicadas hace de la Constitución y cuyas consecuencias se prevén algo severas a tenor de la radicalización de unos y otros en sus primitivas posturas que para nada, ni de momento, parecen conducir a un principio de acuerdo compartido que permita, de una vez por todas, la aceptación pactada de una solución coherente entre la Generalitat de Catalunya y el Gobierno de la nación.

Desde mi punto de vista y sobre todo para un “castellano” de ultramar como yo, resulta muy difícil opinar sobre un sentimiento tan arraigado de “catalanidad” como el que mantienen la mayoría de catalanes desde hace siglos, a no ser que uno esté, en todo caso, completamente dispuesto a hacerlo, libre de todos los prejuicios sociales que nuestra otra procedencia implica; sólo así, sin ese lastre de españolismo rancio y en este caso concreto, podremos estar dispuestos a aproximarnos con ciertas garantías de éxito para tratar de entender ese concepto de espíritu, también soberano, que envuelve de manera invisible ese otro profundo sentimiento catalanista común que tanto parece perturbar, por ahora, al resto de las distintas Comunidades.


Por poner sólo un ejemplo; recién llegado a Cataluña me llamó poderosamente la atención el hecho de comprobar el total desconocimiento que un elevado porcentaje de la población rural del interior tenía de la lengua castellana. Sin embargo, su propia lengua la cuidaban con tanto esmero y la transmitían con tanto celo de padres a hijos que, a pesar de todas las dificultades que les imponía entonces el régimen franquista, jamás dejaron de hablarla.  Ello fue más que suficiente para que yo, exento como ya me sentía de los prejuicios de aquello otro que para muchos significaba ser “español”, me encontrara ya debidamente preparado para poder experimentar in situ el más profundo respeto y admiración por todos aquellos quienes, pese a todo, jamás abandonaron sus ancestrales costumbres, sus interesantes y distintas tradiciones y, mucho menos aún, su propia y hermosa lengua.

De modo que, independientemente de las connotaciones estrictamente políticas que durante siglos han continuado estando presentes entre las partes ya mencionadas y cuyo peso específico con el que éstas han condicionado este difícil y largo proceso soberanista sin precedentes debo admitir, sólo resta remitirme a lo que, a título personal, me parece absolutamente fundamental, quizá también esencial y hasta incluso romántico, y es que ese bello sentimiento telúrico secular que a lo largo del tiempo los catalanes han venido manteniendo  del todo vivo, - no sólo gracias a sus tradiciones y costumbres aún vigentes sino además y sobre todo a la prudente conservación de su lengua autóctona-, ya me hubiera gustado a mí, como isleño que soy, haber mantenido los nuestros también vivos durante todo ese tiempo y para siempre entre la población de las siete islas que componen nuestro bello archipiélago de Canarias y  sin la nefasta influencia ni vieja dependencia cuasi colonialista de la lejana metrópolis española. 

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